domingo, 22 de marzo de 2015

COMIDA PARA PERROS DE GSÚS BONILLA




Comida para perros
Gsús Bonilla
Ed. Baile del sol,2014
100 pp.
12 euros

Nacimos para convertirnos en comida para perros. Y no es que la perspectiva de ser convertidos en comida para perros sea peor que convertirnos en cualquier tipo de comida. El problema es convertirnos en deshecho de la sociedad, de ser despojado de todo –y no hablo de pertenencias- de la poca humanidad que podamos tener. Nos convierten en basura. Gsús Bonilla viene a decirnos eso mediante un desesperado grito que sienta como una punzada. Si se lee el poemario impasible sin sentir un puñetazo en el mentón debe tenerse sangre de horchata o haberse enriquecido ilegalmente merced a algún negocio negro de los que aparecen día a día en los periódicos.

Comida para perros es crudo y real. El autor no renuncia a ningún tipo de escatología, a ningún tipo de exageración, de crueldad –incluso léxica- para transmitirnos su sensación: que somos comida para perros.
El poemario contiene una serie de textos, unos a modo de prosa, otros a modo de verso o de prosa poética. Desgrana sin un hilo conductor claro todas las sensaciones. Uno va saltando de texto en texto sintiéndose unas veces más conmovido, otras simplemente más cabreado. Descubre que cualquiera de nosotros también somos comida para perros.

Nos recuerdan los hechos diarios que muchos se empeñan en olvidar, en no ver, en no tener en cuenta (p.24):

“rememoro el silbido de la pelota de goma, el vacío de la
cuenca del ojo” (…)

Crueldad necesaria pues no está para componendas el tiempo que nos ha tocado vivir. Y así lo dice una y otra vez el autor (p.25):

 “os maldecimos, como a aquellos que idolatran
las cuchillas de las alambradas
en las fronteras”

Reconocemos y nos reconocemos en las palabras y en los hechos, en los gritos, en los silencios, en los lloros, en las imágenes del telediario, en las que el telediario no es capaz de ofrecer, en la sombra de los desheredados, en los desheredados de nosotros, hijos de la orfandad de clase. Y, sin embargo, no le falta lírica al texto (p.27):

“hoy, cuando los niños acunan
botes de humo
y besan la anchura
en las bocachas de las escopetas
y se dejan la infancia
en la fumarola, poco después
de los fogonazos”

En algunos poemas es muy claro el lirismo (p.45):

“aquellas garras, desabotonaban la inmensidad del alma
la grandeza de los pájaros no estaba en su vuelo sino en el
descanso sobre los cables eléctricos, empapándose de agua
de lluvia (…)

Hay crítica pero no es lamento, es constatación, es deseo de hacer llegar (p.57):

“se tenía sed y no se podía combatir el fuego
encontraron la manera de castrarnos (…)”

No es lamento, no es inacción. Es grito que aúlla y pide movimiento y determinación (p.76).

“(…) todos ellos forman un corro. es el baile
 de los terminales y os hace gracia”

Y (p.80):

“(…) es emocionante que una parte
 de mi pueblo sigue preparada y planta cara a esta bestia
capital que nos clava, día a día, sus uñas”

Comida para perros, manual poético para la revolución, de Gsús Bonilla.



domingo, 8 de marzo de 2015

TRES INHALACIONES DE LUIS MIGUEL RABANAL




Tres inhalaciones

Luis Miguel Rabanal

Amargord, 2014

105 pp

12 euros.



A los que somos asmáticos el concepto inhalación siempre nos lleva al mismo lugar. Esa sensación de falta de aire que se cura con la inhalación de algún medicamento. No sé si Luis Miguel Rabanal (1957) es asmático -quizá debería habérselo preguntado- pero aquí creo entender su significado. Creo ver ese alzar la cabeza para respirar aire fresco cuanto todo alrededor está viciado hasta el ahogo.

Tres inhalaciones contiene tres poemas largos de temática diferenciada cuya característica esencial sea quizá la necesidad de respirar para abandonar el aire viciado. De respirar aire fresco, de libertad, de ahogo que necesita calmarse.

El primer poema ,  Las luces largas, parte de una cita que corresponde a una noticia aparecida en un periódico. En ella se habla de un accidente de tráfico. Habla también de otras hipótesis: suicidio, atropello, un conductor a la fuga. Luis Miguel Rabanal parece describirnos la escena, las sensaciones que pasan por el accidentado, lo que allí se ve y se siente y en una posible historia y su devenir posterior  (p. 9):

“Se acerca la luz

como el mal se acerca.

Nada ya se oye”



Y también en (p.17):



“Morir no tiene por qué

ser diferente a pasar

las aguas con cautela”



La segunda parte contiene un conjunto de poemas bajo el título genérico de Pequeña galería de poetas sin reloj. En dichos poemas, cada uno de ellos titulado, aparece nombrado un poeta. Cada poema viene precedido de una cita de dicho poeta y da la impresión de que el contenido del poema parece recrear o estirar de la historia de la cita. Al final los poetas se interrogan sobre sí mismos o sobre el oficio poético y sus alrededores. Hay un poco de ironía, algo de absurdo y de chanza, de reírse de uno mismo (p.31):



“¿Por qué enmudecen los poetas

a las seis de la tarde?  ¿Por qué se desabotonan

la camisa como si nadie estuviera?

Que alguien nos saque de dudas,

por dios.”



Por estas páginas pasan: Efraín Huerta, Rosa Chacel, Jaime Gil, Anna Ajmatova, Philippe Soupault, Neftalí Reyes, Unica Zürn, Victoriano Crémer, Wystan H.Auden, Luis Cernuda, Marina Tsvetáieva, Panayoti Seretide, Carlos Edmundo de Ory, Álvaro Mutis, Césare Pavese, Gottfried Benn y Marguerite Duras.

Otros ejemplos (p. 33):



 “Los poetas benditos, los poetas malditos,

esos sí que experimentan unas ganas de morirse

locas”



“¿Habrán sido los poetas alguna vez

verdaderamente felices?” (p.35)



“Las poetas permanecen ensimismadas alrededor

de la encina, han salido un ratito a mirar

el estertor de la noche” (p. 42)



“Los poetas orinan en sus manos en sueños” (p.46)



La tercera parte contiene un largo poema de amor, es un decir. Su título: Un poema de amor. En él fundamentalmente se habla de un caso de malos tratos, de vejaciones, de violencia contra la mujer (p.50):

“no me des en la cara por favor he sido buena

acataré lo que tú digas”



El poema pare ser un diálogo entre el maltratador y la maltratada.



“no me veas con odio

no soy ruin como insinúan afuera

me mortifican tus ojos si miras a alguien” (p.56)



Tres inhalaciones, tres instantes en que uno necesita respirar aire fresco, de Luis Miguel Rabanal.