martes, 8 de julio de 2014

GPS DE AGUSTÍN CALVO GALÁN


GPS
Agustín Calvo Galán
Amargord, 2014
67 pp.
10 euros

Leo en el avión. El viaje se hace corto en compañía cuando uno lleva brújula. Yo llevo GPS. El libro de Agustín Calvo Galán me acompaña. Parece señalarme el camino más allá de hacia donde el piloto desee llevarme. De hecho me acerca a los libros. A la Feria del Libro de Madrid. Yo llevo puesto el de Agustín. Dentro de poco lo llevaré leído. Tengo una ventaja absoluta: el sendero marcado. Agustín es hábil señalando el camino, para ello se vale de una pequeña estratagema. ¿Cómo definir el camino si antes no definimos sus límites? Es más, ¿cómo señalar ningún camino si antes no sabemos hasta dónde llegan nuestros propios límites? Y los señala. ¿Qué es el ser humano? Definir lo que soy para saber a dónde voy (p. 28):

“Ser humano es
                              ser                        asfixia”

Y sabiendo lo que yo soy, saber lo que eres tú, quizá como antónimo, como complemento, como camino (p.29):

“Eres arco
cóncavo, mi espera”

Y sigue.

Dice el prologuista, Alejandro Céspedes, dos cosas que me parecen curiosas. Una que no le importa lo que ha querido escribir el autor (p.14). También dice que Agustín Calvo Galán usa el GPS para perderse (p.18). Crea así la paradoja de utilizar un punto de encuentro como punto de pérdida. El sendero para no encontrar ni encontrarse. Aún así describe sus límites y los de los que importan. Y con ello provoca la extrañeza, la controversia entre lo que es uno, lo que son los demás, el camino que cada uno toma. Y quizás no es necesario encontrarlo o que nos encuentre.

Luego describe algunas cosas que le rodean. La sed (p.30):

“La sed
se extiende más allá
de lo fértil”

Se zambuye y retorna a lugares que le son gratos (p. 43):

“Ni el Zambeze ni el Iguazú”

Sigue el afán por ser, aunque nada nos ayude a ser, ni la palabra, ni el idioma (p.45):

“Ni siquiera el idioma
nos ayuda
a ser”

Los límites, las fronteras, los caminos… Insiste el autor (p.47):

“Finjo todo lo que digo
o  no lo digo, o soy
               o lo que sea”

Al final uno se define fácilmente mediante un (p.51):

“Informe de bienes y contrato nupcial”

Me pregunto si uno se reduce a la burocracia que va dejando en el camino, si al final somos sólo un recibo del gas o una factura sin pagar. Y entre todas las respuestas posibles quizá sólo encuentro la negación (p.56):

“Pues nada vive para decir,
nadie dice, nadie escribe,
nadie se repite (…)”

Al final el muro y la frontera (p. 59) tan habitual como metafóricamente entre nosotros:

“El muro era un hacha cortando
una frontera, como toda frontera
una frontera atroz”

¿Seguimos en el punto de partida? (p.59):

“Como si alguien pudiera decir
qué es ser yo mismo”

Que al final el poema, aunque sólo plantee nuestras dudas, sea para pensar y pensarnos (p.60):

“que yo mismo soy
y poco más”

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