jueves, 17 de abril de 2014

LAS MUJERES DE T.C.BOYLE




Las mujeres
T.C. Boyle
Traducción: Julia Osuna Aguilar
Editorial Impedimenta, 2013
538 pág.
24,95 €

Las mujeres es una novela sorprendente. Thomas Coraghessan Boyle (1948) nos narra de forma magistral la vida y, sobre todo, los amores del famoso arquitecto Frank Lloyd Wright, uno de los arquitectos más importantes del siglo XX y conocido por el diseño, entre otros, del Guggenheim de Nueva York, el Hotel Imperial de Tokio o su casa, Taliesin, ubicada en Wisconsin, dos veces quemada y dos veces reconstruida.
Su vida fue, sentimentalmente hablando, bastante ajetreada. Esposas, amantes que después se convierten en esposas. Todas ellas mujeres con una sensibilidad especial para el arte pero que acaban siendo arrastradas por la personalidad de Wright.

La novela está dividida en tres partes, cada una de ella dedicada a una mujer aunque no en un orden lógico y cada parte tiene un prólogo –de ficción- narrado por Tadashi Sato, un aprendiz japonés  de la escuela-taller que crea en Taliesin.

La primera mujer de Wright es Catherine Tobin Wright, “Kitty”, se casaron muy jóvenes y con ella tuvo seis hijos pero no les prestó la atención que realmente merecían. Kitty no aceptaba las numerosas infidelidades de su marido: "(…) su marido era un donjuán, siempre lo había sido y seguiría siéndolo (…) debía ejercer sus encantos sobre las mujeres del barrio porque eran ellas las que llevaban las riendas de la economía familiar (…). "(pág. 401).

Pero el problema llegó cuando Wright y “Mamah”, reúnen a sus respectivas parejas para decirles que están enamorados y que les abandonan ya que su amor es lo más importante.  “Kitty lo había aceptado, le había creído y confiaba en él. Tenía la esperanza de que superara aquel encaprichamiento, al igual que había superado otros con anterioridad “(pág. 401).

Martha Borthwick, “Mamah”, será su amante. Abandona a su marido y a sus hijos pequeños para vivir con Frank Lloyd Wright. “Tenía la mano tan firme y decidida como la de un asesino, la de un leñador con el hacha sobre la panza del lobo o la de una bruja con el horno a todo trapo, y se le fue al asa de la maleta, al tiempo que susurraba su despedida en un idioma nuevo, el del heroísmo y el sacrificio, y se escabullía por el pasillo”. (pág 416)

Era una mujer de ideología liberal y feminista. Traduce libros del alemán de Ellen Key, feminista sueca, escritora, pedagoga y pensadora radical.  Intenta educar a sus hijos en esas convicciones ideológicas aunque sólo los ve en vacaciones.

A ambos no les dio tiempo a casarse ya que murió trágicamente en el primer incendio de Taliesin. Esta casa, una de las obras más importantes de su arquitectura, la construyó para Mamah. Es posible que fuera a la mujer que más amó.

En el duelo de Mamah conoció a Maude Miriam Noel, “Miriam”, una mujer esnob, superficial, inestable y aficionada a la morfina. Con un carácter tan fuerte como el de Wright. Tuvieron un amor apasionado, violento, visceral. Realmente fue una relación enfermiza y destructiva. “La necesitaba, la quería, y le rogó que volviera, y no solo a Chicago, sino a Taliesin, para ser su mujer. ¿Y ella? (…) ¿Y qué si era por lujuria?. La necesitaba, e iba a mostrarle todo lo que podía darle, más allá de eso, de la maldición del sexo (…) (pág. 279).

La última esposa fue, Olga Lazovich Milanoff Hinzenberg, “Olgivanna”, de origen serbio. Se conocieron en un espectáculo de ballet en Chicago, en 1924 y él quedó prendado  “una joven morena, alta y de rostro adusto (…)” (pág.39). “Se le fueron los ojos hacia ella en cuanto se sentó”, (pág. 41).  Él se encapricha de ella, al igual que se encaprichó de las anteriores y consigue que abandone a su marido y, junto a su hija  Svetlana, para irse  a vivir con él a Taliesin. Con el tiempo se vuelve una “mujer amargada, magra y carente de humor, (…) siempre atareada con las tareas del hogar (…)”, (pág.40).

En Las mujeres,  T. C. Boyle nos describe a Frank Lloyd Wright como un hombre egoísta, estafador, vividor. “Iba y venía con total libertad de Spring Green a Chicago, donde viajaba para engatusar a clientes (…). Manipulaba los libros de cuentas, firmaba cheques sin fondos (…) (pág. 249). 

Quería vivir a su aire, sin tener en cuenta las normas de la sociedad del momento. “¿Por qué no le dejaban vivir su vida a su aire?¿Quién hacía las reglas para reprimirle?. Las normas eran para otra gente, para la gente ordinaria, la que no tenía ni pensamiento propio ni originalidad ni ningún sentido del mundo (…)” (pág. 442).

Hemos de imaginar que en la época en la que vivió el arquitecto y en esa América profunda, no debió ser muy bien visto el modo de vida que vivía. La prensa deba cuenta de todos sus amoríos e incluso Miriam llegó a acusarle de haber violado unas cuantas leyes sobre moralidad vigentes en ese momento en el país, cuando ya vivía con Olgivanna.

Aún así, era adorado por sus aprendices a los que trataba como auténticos esclavos. No sólo tenían que trabajar como delineantes sino también en el campo, la cocina. Era dueño de sus vidas.

Las mujeres de T. C. Boyle es una novela para  incondicionales de biografías de personalidades con sus luces y sus sombras.

domingo, 6 de abril de 2014

EL LIBRO DE JADE DE JUDITH GAUTIER



El libro de jade
Judith Gautier
Ardicia editorial, 2013
126 páginas
15,90 euros

En una época tan convulsa como la que nos ha tocado vivir pocas son las noticias que nos reconcilian con el mundo y la humanidad. Al final acabamos huyendo sin saber hacia dónde y porqué. Isabel Núñez (1957-2012) solía decir que la belleza le calmaba. Pocos son los libros cuyo goce estético nos hace olvidar por un instante este mundo nuestro. Recuerdo uno especialmente con temática de fondo también oriental. Sarinagara de Philip Forest, libro reseñado ya en esta página. Libro también que, casualmente, solía citar Isabel Núñez.

Así encontrar una joya tan delicada como El libro de Jade de Judith Gautier (1845-1917) es como situarse en un balneario mental. La autora es hija de Théophile Gautier (1811-1872), de gran cultura y sensibilidad oriental, dominaba el chino y cultivaba el gusto por lo oriental como era común en su época. Con este libro de poemas trató de recoger toda una tradición y modo de vida oriental. Baudelaire (1821-1867) le dedico Las flores del mal.

El libro está dividido en siete partes que constituyen algo así como siete esferas de la vida que recoge la tradición cultural china. Son, a saber: Los enamorados, la luna, el otoño, los viajeros, el vino, la guerra y los poetas.

Ayudan notablemente a situarse en el contexto los escritos Remy de Gourmont, prólogo a la edición de la época, y un acercamiento desde la actualidad que nos da Jesús Ferrero para entender las notables diferencias de concepto entre lo oriental y lo occidental.

Judith Gautier viene a hacer una reinterpretación de textos chinos clásicos, cuyos autores cita, según el gusto francés de la época, contagiado de la corriente literaria dominante, el simbolismo.

Los textos son un compendio de imágenes exquisitas, pero a la vez cotidianas, sencillas, cuya trascendencia está en la delicadeza de los momentos que se describen, en la dulzura de los paisajes y de los instantes.
Algunos ejemplos (p.41):

“El cielo está también en el río; cuando una nube cruza
sobre la luna la veo pasar en el agua “

O también (p.69):

“(…) pienso que el hombre,
sin las mujeres, es como una flor despojada de follaje”

Y (p.87):

“La mujer, en el esplendor de su belleza, se asemeja
al viento tibio de agosto, refresca y perfuma nuestra
vida”

Retazos de monotonía que a veces no están exentos de una cierta crueldad (p.97), la crueldad de la guerra, la crueldad de la naturaleza humana:

“Venga, mujer, clava tu larga aguja en la seda roja del
bastidor, y trae aquí mis armas guerreras (…)
Y ahora tiembla y aléjate, a que este es el rostro terri-
ble que ofreceré a los enemigos”

Es este apartado de la guerra uno de los más llamativos del libro.

El libro comprende el mundo de las tradiciones, de lo antiguo, donde cada uno tiene un papel.

Como señala acertadamente Jesús Ferrero en los poemas orientales importa tanto lo visual como lo musical. De ahí la importancia de lo sensorial.

También son especialmente curiosas las imágenes de los viajeros con su recuerdo de la tierra que dejan atrás, tan cercana a nuestra realidad (p.81):

“Pobre viajero, lejos de la patria, sin dinero y sin amigos,
Ya no escuchas la dulce música de la lengua materna”

Y muy destacable también el apartado relativo al vino (p.88):

“Como la hierba que quita las manchas sobre una pieza
De seda, borra el vino las disputas en el corazón”.

El libre de jade nos trae un mundo lejano, ya olvidado, con un testimonio especial de la época en que fue escrito.