lunes, 29 de agosto de 2011

LA MUJER DE OTRO HOMBRE Y SU MARIDO DEBAJO DE LA CAMA DE FIODOR DOSTOIEVSKI



La mujer de otro hombre y su marido debajo de la cama
Fiodor Dostoievski
Nevsky Prospects, 2010
Traducción: James y Marian Womack
Prólogo: Elvira Navarro
189 pp
15 euros

La lectura de este pequeño libro de Fiodor Dostoievski (1821-1881) nos plantea una duda sobre la pervivencia del patrón humorístico con el transcurso del tiempo. Al leer esta obra que contiene tres historias que se anuncian cómicas, uno percibe que el concepto y el gusto por determinado tipo de humor es cambiante a lo largo del tiempo. No sé si será  la época en que fue escrito o el concepto de humor que puede tener un ruso, o quizá el idioma en que fue pensado o la dificultad de traducir determinadas bromas, lo cierto es que con la lectura de estas tres obras breves me he sentido bastante alejado del concepto de comicidad que manejan. Todo lo más que he conseguido ha sido sonreír en algún momento. Quizá hay algo de ironía, e incluso pasajes de humor negro, y esa misma ironía sirve al autor para hacer crítica o tratar temas del momento tal y como comentaré más tarde.
Alejado de la voz de sus obras mayores –Crimen y castigo, Los hermanos Karamazov, El jugador…- pero no así del estudio psicológico de los personajes, Dostoievski nos presenta a unos seres a menudo llevados hasta el extremo o en situaciones extrañas a fin de explorar en el comportamiento de los mismos.
En Cocodrilo (1865), Iván Matvéich es devorado por un cocodrilo que se exhibe en una especie de feria. Todo el relato nos lleva por los pros y los contras de ser sacado de su estómago. El autor aprovecha la ocasión para hablar de política, economía, educación o sociedad. Algunos ejemplos puestos en boca de los personajes:
“Con él siempre se trataba del progreso y de extrañas ideas por el estilo. ¡Y a esto es exactamente a lo que lleva el progreso! (p. 34)
“Este asunto (…) ocurre cuando educamos a las personas por encima de sus expectativas” (p.34)
“La propiedad comunal es un veneno” (p.39)
Todo ello dicho con mucho humor negro, eso sí:
“…cuanto más vacía está la cabeza de un hombre, por ejemplo, menos sentirá la necesidad de llenarla” (p.56)
La segunda obra, Bobok (1873), nos habla de las conversaciones que tienen los muertos de un cementerio y en el relato volvemos a encontrar una cuantas perlas:
“Hoy en día, el humor y el buen estilo se encuentran en vías de extinción, y los insultos han sustituido al ingenio” (p.84)
¿Les suena esta reflexión?
 Y otra más:
“El más inteligente en mi opinión es el hombre que se llama tonto a sí mismo una vez al mes” (p.86)
Tampoco falta aquí el humor negro. Dos muertos se afean el uno al otro el nauseabundo olor que destilan:
“No me estoy revolviendo en mi tumba, señora, y no huelo tan mal como si lo estuviera, porque me he cuidado mucho mientras vivía” (p. 96)
Y sobre moralidad y la moral de la época otras perlas:
“…uno percibe el hedor del camposanto, entonces debe tratarse de un hedor moral” (p.107)
O bien:
“Ahí arriba (sobre la tierra) es del todo imposible vivir sin mentir, porque vivir y mentir son sinónimos” (p. 109)
A veces también el autor utiliza temas clásicos de la literatura: el ubi sunt, el poder igualador de la muerte. Temas que en la literatura española aparecen en las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique:
“Ahí arriba era un general, ¡pero aquí es una mierda!”
Y también en:
“Aquí se pudrirá en su tumba, y todo lo que quedará de usted serán seis botones de bronce” (p. 111)
Por último, la tercera obra, La mujer de otro hombre y su marido debajo de la cama (1848), parece una historia de enredos al más puro estilo de la comedia de Hollywood en el que dos personas mantienen un extraño encuentro frente a un edificio y acaban compartiendo una serie de peripecias que se van poco a poco enredando más.
Probablemente, la mayor virtud de esos tres pequeños textos no sea su comicidad, quizá sí en su tiempo y en su espacio natural, sin embargo a nosotros nos llega mejor el testimonio de una época de cambio con roles morales en agitación, asuntos políticos en proceso de transformación, una sociedad que va camino del siglo veinte y deja atrás una moral falsa y caduca. Asimismo otro de los aspectos destacables es la capacidad del autor de reflejar diversidad de comportamientos. Sus personajes no son tipos, son auténticos y pese a su comicidad, a veces llevada a extremos insospechados (el hombre devorado por un cocodrilo hablando desde su estómago), resulta un mosaico más que interesante del comportamiento humano.

lunes, 8 de agosto de 2011

¡COMPROMETEOS! DE STÉPHANE HESSEL



¡Comprometeos!
Stéphane Hessel
Ed. Destino, Imago Mundi, 2011.
Traducción de Rosa Alapont
95 pp
7,5 euros

¡Comprometeos! nace a rebufo del sorprendente éxito conseguido con ¡Indignaos! Sin embargo si podemos perdonar hasta cierto punto la escasa elaboración del contenido intelectual en ¡Indignaos!, resulta cuanto menos decepcionante esta segunda parte.
Este segundo libro toma forma de una larga entrevista de Gilles Vanderpooten a Hessel, pero en definitiva no aporta mucho más a lo ya dicho. Pese a que el libro tiene novena y cinco páginas, realmente el contenido de la entrevista abarca tan solo desde la veintiuno a la setenta y nueve.
Las primeras hojas son un prólogo de los autores. A continuación una biografía de Hessel, por si no sabíamos quién era (cómo no lo íbamos a saber si probablemente el lector de esta segunda parte ya había leído la primera). Luego, la entrevista dividida a su vez en ocho partes.
Vamos a comentar algunas de las ideas que se desarrollan, previniendo de las obviedades que contiene el libro. En Resistencias contemporáneas se parte de la idea de la distancia entre los políticos y los ciudadanos, en especial de los jóvenes. Seguidamente aparece un segundo apartado sobre una palabra gurú en el siglo XXI: sostenibilidad. Llegamos a la conclusión de que es preciso romper con el pensamiento productivista (p.39). La tercera parte continúa con la ecología. Al autor le sorprende que en la Declaración Universal de los Derechos Humanos no aparezca la palabra Tierra (a pesar de ello las páginas 83 a 95 la contienen). Prosigue con la ecología y la necesidad de crear un organismo internacional que se ocupe del medio ambiente. La parte quinta habla de la crisis y de las instituciones internacionales. Un par de ideas interesantes sobre la falta de un gobierno mundial y sobre el peligro de la desregulación total. El siguiente apartado se dedica a la construcción de alternativas. Los capítulos finales ahondan en el mismo punto y en la transmisión a futuras generaciones.
No dejo de pensar, tras la lectura del texto, la gran candidez del mismo. Muchos encontrarán –yo entre ellos- que en el mundo actual se han roto las reglas que permiten entender la globalidad con tanta inocencia debido al grado de crueldad con que los gobiernos diversos se emplean contra sus poblaciones indignadas, siendo indistinto el hecho de que hablemos de un país democrático o no, puesto que lo único que diferencia a unos de otros es el grado de violencia desplegado ante las protestas, con la hipocresía añadida de que el mundo occidental acepta de buen grado las protestas en África y Asia y escasamente en sus territorios, como ocurre en España.
También da la impresión de situarse Hessel demasiado cerca de los integrados que diría Umberto Eco (Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas), en lugar del lado de los apocalípticos. A veces sería preferible tomar una cierta distancia respecto de los primeros.
Parece que el autor afirma, pero no sé si asume, que estamos ante la primera generación que puede llegar a vivir peor que su predecesora. Hay demasiada confianza y optimismo en el futuro. El mundo no nos está regalando demasiado para ser tan optimistas.
Por otro lado obsesionarse con volver a la Declaración de los Derechos del Hombre no es excesivamente útil debido a los incumplimientos diarios que se observan en todos los países más de cincuenta años después de su proclamación. Es necesario ser muy exigente y avanzar mucho más.
Como conclusión final advertir que los libros de Hessel, ¡Indignaos! y ¡Comprometeos!, quizá sean buenos para saber de dónde venimos pero se quedan bastante cojos cuando nos interrogamos sobre hacia dónde vamos.

viernes, 5 de agosto de 2011

LA HIEDRA Y EL MÁRMOL DE FERNANDO DE VILLENA


La hiedra y el mármol
Fernando de Villena
Ed. Carena, 2009
60 pp.
12 euros



Fernando de Villena (1956), profesor de literatura y escritor no es nuevo en la poesía y son varios los poemarios que ha escrito. La hiedra y el mármol es un variado mosaico de poemas en donde versos rimados y sin rima se suceden. Merece especial atención una de las partes del libro -digo partes aunque no tiene división alguna- en la que el autor se prodiga con los sonetos. Dentro de esta parte imaginaria hay específicamente una subparte dedicada a los meses del año compuesta también de sonetos.


Resalta la exaltación de la naturaleza -probablemente del lugar de su nacimiento, Granada- a la que el autor se dedica en muchas de las composiciones (p.12):


Se demora la tarde en las vidrieras


con balsámico aroma de glicinas


y el jardín se dispone ya al reposo.

Es en estos sonetos donde uno redescubre un cierto clasicismo de las formas. Aún así, encuentra una poesía sin excesos y bastante despojada de recursos estilísticos (p 22).

Y esperar que nos diga la campana


de un pequeño convento muy cercano

que por fin ha llegado nuestro instante.


Y a veces emerge un cierre más que afortunado con toda su fuerza (p.27):

A tu grupa cabalga siempre el cielo


y para recibir tu fiel simiente

tiene el mar preparadas sus entrañas.


Hay también entrañables muestras de cariño y calor de hogar (p.30):

Estáis equivocados. Yo os diré su dolencia:

Ha visto un gris gatito y tenerlo quisiera


para siempre a su lado como al más fiel amigo.
¿Quizá un guiño al pasado, a un deseo irrealizado o revivido o simplemente a un hecho ocurrido y recordado?

Sin embargo De Villena también tiene espacio, en este variopinto poemario, de denunciar lo que cree injusto como en su Contra las guerras (p.31):


Un día llegará en que no haya estados


ni haya rivalidades ni fronteras (…)
Y, a veces, se apercibe de que el paisaje y su huida a él no es suficiente para ocultar la realidad:

Nos salvan los recuerdos,


algún que otro rincón


no hollado todavía por los bárbaros (…)
O cuando se apercibe de su propia derrota (p.33):

(…)¿puedes nombrar como fracaso

tu ya larga existencia?


difícil contestar a esa pregunta;


atroz la aceptación de la derrota.

Y el recuerdo es otro de los temas planteados (p.35):

Vivir en el recuerdo es más hermoso


que esta lucha constante, cotidiana,

contra todo lo feo que nos cerca.

Y el recuerdo se convierte en un asidero. También hay melancolía (p.48):

Es difícil ver como día a día


La vida nos retira sus manzanas.

Y homenajes. Especialmente me gusta su poema dedicado a Rafael Cansinos Asséns que lleva su nombre (p.44).


Y hay también sensaciones de vacío tras un viaje plagado de recuerdos, intentos vanos por encontrar el lugar fuera de las ciudades (p38):
Es hermosa la vida todavía
lejos de las ciudades.

Poemas en los que se constata amor por lo vivido. Amor por lo trascendido convertido en poesía.