jueves, 23 de junio de 2011

EL CUERPO ADIVINADO DE HELENA JUNYENT



El cuerpo adivinado
Helena Junyent
Ed. Carena, 2009
101 pp
12 euros 

Helena Junyent es pintora y eso se nota en sus versos a los que imprime una plasticidad casi palpable. No es El cuerpo adivinado un trabajo único en el quehacer de esta pintora. Junyent ha escrito varios poemarios. Uno de ellos tuvo un accésit en el prestigioso premio Tomás Morales de poesía. El cuerpo adivinado tampoco es el último poemario publicado de la autora. Con posterioridad ha publicado Cuéntame entre las cerezas (2010) y recientemente Granate, sangre y cristal caleidoscópico de un suceso (2010).

Por alguna razón antes de comentar lo que me parecía este poemario me he atrevido a entrar en su página personal para tratar de vislumbrar algunos retazos de sus palabras en sus cuadros o quizás algunos retazos de sus cuadros en las palabras. Quizá he obtenido de este modo una visión de conjunto que me ha servido para terminar de resituar algunos aspectos.

El cuerpo adivinado es un poemario diverso. Quiero decir que es un poemario donde la temática no forma unidad y da la impresión de que la unidad se obtiene más de la forma. Hay mucho de mar, de agua y de inmensidad en los versos como excusa para arribar a otros lugares. El poema busca a veces la forma de retorcerse sobre sí mismo, de plegarse, de enroscarse en la repetición y en variaciones de sonidos y de sensaciones. Es en ese aspecto un libro con muchos ecos, ecos que son como figuras a las que el sonido les rebota. Unas veces al amor, otros a las propias técnicas poéticas, también hay mucho de sexualidad y de sensualidad. Hay una apariencia minimalista que prescinde de mayúsculas y signos de puntuación, que se reafirma en la palabra, en que sea libremente interpretada sin que una coma  distorsione la multiplicidad de significados. Tras esta estructura aparentemente minimalista se esconde un cierto barroquismo expresivo. No suelen contener los poemas cierres muy potentes y transcurren de uno a otro, de un tema a otro y son esos transcursos los que nos van llevando algo así como esas sílabas en francés que se unen pese a pertenecer a palabras  diferentes. Hay  una propuesta de adjetivar la realidad poética, quizá a veces en exceso para que no se escape no dejando pistas ni dudas. Pero algunas pistas vamos encontrando para entender la realidad poética de Helena Junyent. La belleza resulta inasible: “intentar atraparlo/sería horrible” (p.11). Las limitaciones de los seres humanos son a veces como las limitaciones de la página  que contiene un poema: “¿cómo puede irrumpir la inmensidad/la limitación de la página en blanco?”(p.22). El peor vacío es el vacío propio que tanto cuesta llenar: “vacío que da/lo lleno de sernos” (p.26).

Helena Junyent utiliza en sus versos diversas figuras retóricas: aliteraciones, reiteraciones, juegos de palabras, musicalidades, polisemias, contradicciones. Y también encontramos referencias  cinematográficas en uno de los poemas que más me han gustado: 

TESTAMENTO DE UN REPLICANTE (p.47) 

ante el legado
no respondo
replico

que si vivo el matado
después de mi epitafio
morir de nuevo

no hallaréis en mi cadáver
un solo cabello que no reviva
junto a las uñas del arte raro.

El cuerpo adivinado, plasticidad al servicio de la palabra. Palabra al servicio de la plasticidad.


jueves, 16 de junio de 2011

PADRES, HIJOS Y PRIMATES DE JON BILBAO



Padres, hijos y primates
Jon Bilbao
Ed.Salto de Página, 2011
169 pp
16 euros

Jon Bilbao (1972) ya es un autor conocido en el panorama literario merced a haber ganado a algunos premios literarios importantes. Su anterior libro, Bajo el influjo del volcán, publicado también por Salto de Página, tuvo un éxito notable. En aquel caso era un conjunto de relatos. Ahora con Padres, hijos y primates, Jon Bilbao reemprende la escritura con una desasosegante novela. El argumento de la misma no es excesivamente complicado y probablemente el mérito esté en el tratamiento de los personajes y la capacidad del autor de analizar su interior y reflejar su modo de obrar en situaciones límite.

Joanes, un ingeniero al que todos auguraban un éxito profesional futuro, ha llegado a un punto de su vida en el que el hartazgo y la monotonía, además del peligro de quiebra, se han convertido en una constante.

Un viaje de placer y la posibilidad de cerrar un negocio se entremezclan. Joanes viaja con su familia a México, a la Riviera Maya. Lo que se preveía un viaje de placer se convierte en una estancia tediosa por culpa de su suegro y porque el negocio empieza a torcerse. A todo ello se añade un temporal en forma de huracán que se acerca peligrosamente. De cómo logrará llegar a buen puerto o no habla Jon Bilbao.

En la presentación del libro en Barcelona, el autor dijo tener muy presente su deseo de realizar algo así como una adaptación moderna de un clásico como El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. De hecho, en Padres, hijos y primates hay mucho de supervivencia y de lucha por la vida, de reacciones extrañas y a destiempo movidas por las situaciones vitales.  Joanes se ve luchando por su propia vida y contra los infortunios climatológicos y humanos.

En determinados momentos, la carencia de leyes que se produce ante la situación de riesgo extremo me recuerda a otra novela que habla sobre la supervivencia, El señor de las moscas de William Golding. Esta obra del Premio Nobel comparte con la novela de Bilbao un planteamiento en el que el/los protagonistas se ven arrastrados a sobrevivir bajo el influjo de la ley natural, de la ley del más fuerte, olvidando la justicia que impera en nuestras vidas.

Uno de los personajes al que seguramente todo lector terminará odiando es el del profesor. Tan odiosamente humano como insoportable. Ese tipo de personas con el que no compartirías ni un vaso de agua en el desierto. Y eso le sucede al protagonista, Joanes, que se ve arrastrado a una serie de hechos que no puede controlar por no querer compartir.

Otras de las novelas que creo firmemente emparentadas con Padres, hijos y primates son las de Jack London, básicamente todas aquellas que hablan de supervivencia: La llamada de la selva, Colmillo blanco, etc…

Padres, hijos y primates es una novela corta que en ningún momento pierde el hilo a pesar de algunos pequeños retrocesos en el tiempo que nos sirven para explicar algunos acontecimientos obscuros en el pasado de Joanes y del profesor, aspectos sin los que sería difícil entender la relación que se da entre ellos y la paciencia infinita que soporta Joanes a modo de un moderno Job.

Probablemente el punto con el que me quedo más insatisfecho sea el final, pero dejo a los lectores que opinen sobre el mismo. No obstante recomiendo la lectura de este libro de Jon Bilbao, una prosa directa y nada enrevesada que va directamente a donde quiere ir.