martes, 15 de marzo de 2011

LOS GONDOLEROS SILENCIOSOS DE WILLIAM GOLDMAN


Los gondoleros silenciosos
William Goldman
Traducción: Mercedes Herrera
Atico de los Libros, 2010
16 euros
160 pp

A William Goldman se le conoce por ser el autor del libro, que luego fue película, La princesa prometida, pero también ha sido un guionista de éxito en Hollywood pues llegó a ganar dos premios Óscar por los guiones de las películas Todos los hombres del presidente y Dos hombres y un destino.


Los gondoleros silenciosos tiene mucho de fábula, o de cuento, y se asemeja en ello a La princesa prometida. El argumento es relativamente sencillo y cuenta la historia de un muchacho que desea ser gondolero y que no posee ninguna dote para el canto. De todos es sabido que para llegar a ser gondolero se necesita cantar, incluso el autor cuenta la anécdota de cómo el gran cantante Carusso se arrojó al Gran Canal al oír entonar al mejor de los gondoleros. ¿Cantaba mejor que él? Por eso, Luigi, si desea llegar a ser gondolero debe de mejorar su voz. Su sueño, sin embargo, es llegar a cantar mientras rema por el Gran Canal, cosa harto difícil porque cada vez que emite una nota le caen desde los balcones de los palacios y casas todo tipo de objetos y los clientes acaban huyendo de la embarcación. El cómo consigue su sueño y el porqué los gondoleros venecianos dejan de cantar constituye el argumento a descubrir.


El autor vuelve a demostrarnos con esta fábula que todos los sueños son posibles si uno sabe buscarlos, al igual que pasaba con el amor que perseguía el pirata de La princesa prometida. Mensajes vitalistas y positivos son los que el lector acabará encontrando en este libro y en su fábula convertida en novela que a veces recuerda aquellas fábulas que de pequeño leíamos de Iriarte o de Samaniego.


Con un lenguaje sencillo, una prosa descargada de toda filigrana y que transcurre con una cadencia suave, es fácil leerse el libro no en más de un par de horas, como mucho.


Otro de los aciertos son sus ilustraciones, del pintor Paul Giovanopoulos, que hacen de él una obra singularmente bella.


El lector que degustó con placer la suavidad en la narración de La princesa prometida disfrutará igualmente con la historia de Los gondoleros silenciosos.


El libro fue publicado con el pseudónimo de S.Morgenstern. Y como nota curiosa comienza con una carta del tal Morgenstern aclarando a su editor que no está muerto y que es falsa la información que sobre su fallecimiento se ha dado.


A disfrutar pues de esta novela que seguro dejará en nosotros un mensaje tan positivo como si de Amelie se hubiera tratado.

sábado, 12 de marzo de 2011

EL VIOLINISTA DE MAUTHAUSEN DE ANDRÉS PÉREZ DOMÍNGUEZ



El violinista de Mauthausen
Andrés Pérez Domínguez
Ed. Algaida, 2009
479 pp
20 euros

Andrés Pérez Domínguez es un autor archiconocido entre los que se presentaban y ganaban concursos literarios, por eso no es tan extraño que conquistase el XII Premio de novela Ateneo de Sevilla tomando el relevo al también andaluz Félix J. Palma.

No es la presente la típica novela sobre la Segunda Guerra Mundial, aunque el trasfondo de la guerra fundamente lo que sucede en la trama. Tampoco es la clásica novela sobre los campos de concentración aunque el que uno de sus personajes esté cinco años en Mauthausen determina lo que ocurre. Ni tan siquiera es la tan vista historia de nazis porque el supuesto nazi protagonista no es tal. En fin, una vez rotos los tópicos, El violinista de Mauthausen es literariamente un notable ejercicio narrativo en el que unos personajes principales muy bien trazados hacen no sólo creíbles, sino cercanos cada uno de los acontecimientos que transcurren en sus azoradas vidas.
La historia está construida sobre la base de una interacción de cuatro personajes fundamentales. En primer lugar Rubén Castro, refugiado político de la guerra de España en París y pareja de Anna Cavour, profesora de alemán con descendencia mitad francesa y mitad alemana. A ellos hay que añadir dos más, Robert Bishop, espía de la OSS norteamericana y Franz Müller, alemán y alguna cosa más. La trama avanza y retrocede por las vidas de estos cuatro personajes desde París hasta Berlín, desde Salzburgo hasta Mauthausen y las desgracias de tres de ellos, Franz, pero, sobre todo Anna y Rubén, parecen no tener fin.

Andrés Pérez Domínguez, al que ya había tenido ocasión de leer en La clave Pinner, traza un relato a caballo entre una historia de amor, una historia de espías, una historia bélica, una historia trágica… Va saltando de género en género torciéndolos todos ellos en pro de un argumento que nos lleva de un lado a otro, de un lugar a otro, de un personaje a otro. Es magistral el dominio de la narración que tiene el autor y que pone en marcha en una novela con un esquema muy bien trazado y roto en diversos pedazos para ser montado en un orden que puede parecer aleatorio pero que no es tal. Quizá sólo habría que objetar una cierta caída de la tensión en el tercer cuarto de la misma para volver con un final trepidante que no desvelaremos pues va trazando zigzags hasta sorprender.

Tal vez el personaje que más nos toca el corazón es Rubén, por ser llevado a un campo de concentración. Aconsejo la lectura pausada del capítulo sobre las penurias que pasa en un vagón de tren, da la impresión de que el propio autor haya viajado en uno de esos vagones de carga para ganado al describir con tanto acierto lo que pasa por las mentes de los que son conducidos al desastre. Al final de la historia también me sorprende la actitud del propio Rubén cuando, tras ser liberado del campo (no voy a descubrir mucho más), razona del siguiente modo tal y como aparece en la página 449: Yo debía estar muerto.

No hace mucho tuve ocasión de reseñar otro libro que habla más directamente de lo que ocurrió en los campos de concentración, en este caso en Auschwitz. Se trata de El mal absoluto de José Luis Muñoz. Ahí se centra bastante más en las torturas y barbaridades que se cometieron. No es, sin embargo, lo que sucede en El violinista de Mauthausen aunque comentaba la frase extraída de la página 449 porque coincide con la actitud de Yehuda Weiss, víctima de los campos de concentración en la historia narrada por José Luis Muñoz.

Para aquellos que puedan estar interesados el año pasado apareció una edición ilustrada de El violinista de Mauthausen en donde se puede seguir con precisión fotográfica la historia.
No voy a añadir nada más sobre esta narración que el autor confiesa que creó a partir de una imagen que captó en una estación de metro en Viena. Una pareja de bailarines que bailaba en su andén sin música. Por cierto, descubra el lector el porqué del título de la novela pues constituye uno de los motivos que une a sus personajes y cierran la trama.

miércoles, 9 de marzo de 2011

LOS AMORES DE SYLVIA DE ELIZABETH GASKELL


Los amores de Sylvia
Elizabeth Gaskell
Ed. Mondadori, 2010
Traducción de Damián Alou
603 pp
27,90 euros

Elizabeth Gaskell nació en 1810 en Chelsea (Londres), en el seno de una familia cuyo padre era ministro de la iglesia unitaria, una de las iglesias más tolerantes de la época y especialmente progresista en su actitud para con las mujeres, lo que permitió a Gaskell poder tener una buena educación. Es una escritora de tendencias progresistas y esto se puede observar en buena parte de su obra introduciendo el conflicto entre clases sociales.

Los amores de Sylvia es la historia de Sylvia Robson, una mujer muy bella de la cual se enamoran dos hombres muy distintos entre sí: Philip Hepburn, un joven con un futuro prometedor como comerciante pero físicamente poco agraciado, y Charley Kinraid, un hombre muy apuesto, mujeriego y pescador de ballenas. Entre ellos habrá un secreto que les marcará toda su vida. Viven en Monkshaven, ciudad inventada por Gaskell pero que parece ser que es la ciudad de Whilby, pequeña población pesquera que ella visitó junto con dos de sus hijas, famosa por sus balnearios y cuyo clima no era todo lo beneficioso que la Sra. Gaskell buscaba. De hecho, en toda la novela el clima es un factor primordial.

Bajo esta historia de amor, Gaskell nos da una interesante visión de la historia de la Inglaterra que narra en Los amores de Sylvia: "Suerte tenemos nosotros de vivir en la época presente, en la que todo es lógico y coherente"(p. 99)




La obra está escrita en pasado, narrando hechos que acontecieron 60 años antes. En ellos Gaskell , utilizando la historia de amor de los tres jóvenes, nos relata la situación social de la época: durante las guerras napoleónicas existían las patrullas de leva que enrolaban por la fuerza a todos los jóvenes sanos. En el caso de Los amores de Sylvia, estas patrullas aprovechaban cuando los pescadores retornaban de la pesca de la ballena en Groenlandia para secuestrarles y enviarles a barcos de la armada real para luchar contra los franceses. Esto marcará el futuro de Sylvia. Es muy interesante la visión que tiene Daniel Robson, padre de Sylvia, al respecto de las patrullas.

Los amores de Sylvia es una novela deliciosa. Su autora es, posiblemente, la mejor escritora de la denominada novela victoriana. Ha tenido la valentía de escribir la situación de la sociedad en las zonas industriales con una visión progresista y, lo que es más complicado, siendo mujer, y describir la mojigatería de la sociedad rural victoriana, profundamente cerrada, inculta y clasista.

Llama la atención que la protagonista de Los amores de Sylvia tenga una personalidad tan distinta a las de las otras novelas de Elizabeth Gaskell. Todas sus protagonistas son mujeres luchadoras, analíticas, con buena educación. Sylvia es todo lo contrario. Vive en un entorno tosco. Se deja llevar por los sentimientos, no por la razón. No le interesa aprender a leer: Después de todo-dijo Sylvia, arrojando su pluma y abriendo y cerrando su mano cansada y agarrotada-, no veo de qué me sirve agotarme aprendiendo a escribir cartas cuando no he recibido ninguna en mi vida (…) Si recibiera alguna, no sabría leerla (…) Ojalá desterraran a todos los hombres que se estrujan el cerebro inventando palabras nuevas.” (p.145-6)

Margaret Hale de Norte y Sur es una mujer que, pese a no vivir holgadamente y provenir de un ambiente rural, es instruida, y es capaz de defender a un hombre, el dueño de una importante empresa textil, de las posibles agresiones de sus trabajadores en un día de huelga. De la misma manera que Molly Gibson de Hijas y esposas, se siente muy atraída por los conocimientos científicos.

Es una novela para disfrutar, para no parar de leer hasta el final, pese a sus 603 páginas. Para seguir leyendo más novelas de Elizabeth Gaskell. Muy recomendable para todos aquellos lectores apasionados de este periodo de la literatura inglesa. Por cierto, es una delicia poder leer la novela en esta edición tan cuidada de Mondadori. Muy interesante el prólogo de Damián Alou, en el que nos adentra en el mundo de Elizabeth Gaskell.

Los amores de Sylvia fue publicada en 1863 y fue la última novela que publicó ya que falleció en 1865.
Pilar I.

lunes, 7 de marzo de 2011

UN KOALA EN EL ARMARIO DE GINÉS S. CUTILLAS


Un koala en el armario
Ginés S. Cutillas
Cuadernos del Vigía, 2010
14 euros
100 pp



Un koala que un buen día entra en nuestra casa y se dirige al armario para dormir, un equipo de fútbol que entrena cada día jugando con otro supuesto equipo que se ejercita en la mitad oscura del campo, un oficinista que habita en un ascensor, un tipo que se pasa una tarde mirando el misterio que oculta una puerta de la que salen o desaparecen personas, tales son los argumentos que Ginés S. Cutillas inventa para Un koala en el armario, argumentos extraídos de una vida cotidiana sesgada, contemplada con una mirada propia que tiene unas reglas que no siguen los cauces de la normalidad, sino que superan la realidad para crear otra nueva. Ésa es la virtud más importante del autor, Ginés S. Cutillas (Valencia, 1973).

Da la impresión de que últimamente se está moviendo algo en el cuento español y quizás Cutillas aporta su grano de arena. La lectura de Un koala en el armario no deja de recordarme algunos de los libros más celebrados de Juan José Millás como No mires debajo de la cama o El orden alfabético antes de que otros derroteros le llevaran a un más que mediocre Dos mujeres en Praga. No en vano Cutillas tiene la virtud de crear mundos que se rigen por normas propias que a los ojos de la razón pueden parecer simplemente absurdas o repentinas. El autor imprime un estilo característico a sus historias, un estilo que nos lleva a la sorpresa, a la extrañeza, al delirio e, incluso, a la risa. Relatos tras los que después de una narración más o menos creíble, una frase final, como un mazazo, nos sitúa en un terreno desconocido, absurdo, sin sentido. El término perplejidad será uno de los que más utilice el lector tras la lectura y asimilación de su contenido. Algunos cuentos necesitan de más de un simple vistazo y otros de un reposo para sacarle todo el jugo, porque Cutillas es un autor que esconde la carta definitiva en las últimas palabras.

De entre los más celebrados me inclino por La puerta, cuyo argumento ya he desgranado al principio, Desconfianza ciega o el grandísimo y delirante, casi diría marxista, por los hermanos Marx, El botón rojo. Pero no menos delirantes son El equilibrio del mundo o El mundo desde mi bañera. También descubrirá el lector qué se esconde tras un misterioso funcionario que siempre da las mismas respuestas en El funcionario, o la razón que se oculta tras una carta en Motivo de devolución y sabrá cómo y porqué uno acaba viviendo con una desconocida en Una historia doméstica.

Qué más decir de un libro que provocó que todo un vagón de metro se fijara en mí tras soltar una sorpresiva carcajada.