jueves, 30 de diciembre de 2010

DE HABLAR CONMIGO DE JOSÉ GANIVET ZARCOS


De hablar conmigo
José Ganivet Zarcos
Ed. Zumaya, 2010
77 pp.
12 euros


José Ganivet Zarcos, profesionalmente dedicado a la enseñanza, nos presenta el poemario De hablar conmigo. Por su nombre uno podría pensar que el contenido del poemario llevaría consigo una autoreflexión y que giraría en torno al yo, en este caso al yo poético. Sin embargo De hablar conmigo es un libro que posee mucho de contemplación, no en vano una buena parte del mismo contiene poemas donde la descripción de paisajes y naturaleza resulta fundamental.


Es De hablar conmigo un libro de temática y formas variadas. En materia formal, y pese al predominio del soneto, existen otros tipos de composiciones sin rima. Sobre el tema ya he destacado la presencia del paisaje como elemento fundamental, pero hablamos de un paisaje cercano, un paisaje que sirve de referente al autor, paisajes conocidos quizá de la niñez, de lugares visitados que han dejado huella tanto para cantar su contenido como para describirlo. Quizá en ese punto encontramos la autoreferencia que denota el título De hablar conmigo. ¿El autor habla consigo mismo a través de los paisajes que se impregnaron en sus recuerdos? ¿Sirven esos mismos recuerdos para preguntarse a sí mismo?


Otro de los aspectos destacables es la presencia, numerosa presencia, de elementos que nos acercan o hablan de religión. Es posible que ese interés por lo espiritual venga dado en estos poemas por una preocupación latente del autor, no en vano en su propia biografía señala sus numerosas colaboraciones en trabajos de trasfondo religioso.


Contiene además un poso melancólico presente en numerosos poemas. Melancolía que no excluye cierta vitalidad –“desbordados los cauces de la vida” (p.13)-. Sin embargo predomina en la segunda parte del libro cierto sesgo romántico y como nota general a lo largo de todo él la presencia de una expresión con cierta tendencia al arcaísmo.


Es la poesía de José Ganivet Zarcos una poesía que no busca el recurso estilístico pero sí contiene un especial cuidado del lenguaje, probablemente por ese poso que destila de poesía clásica con reminiscencias modernistas y machadianas.


De todos los poemas destacaría el presente:

Síndrome de Sthendal

Cada torre se eleva como un ángel
sobre el puente del Arno iluminado;
como un bosque de ojivas defendido
por efebos con honda y con facas.

Enajenan el alma, sus cimientos,
tanto escorzo de mármol desnudado,
tanto gesto sublime, tanta gracia,
redimidos de tiempo y de torpeza.

Luego miras tus ojos con tus ojos,
los estragos del tiempo en el espejo,
consumida la boca, deshojada,

Y constatas la orina en los portales,
la humedad extendido por los zócalos
y esta herrumbre que anega las calzadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario