martes, 17 de agosto de 2010

AELITA DE ALEXÉI TOLSTÓI


Aelita
Alexéi Tolstói
Ed. Nevsky Prospects, 2010
Traducción: Marta Sánchez y Nieves Fernández
281 pp.
16 euros

Mucha ha sido la fascinación que literariamente ha provocado el viaje espacial desde que Julio Verne hiciera de él una novela en De la Tierra a la Luna (1865) y también mucho lo que se ha fantaseado sobre lo que en el espacio íbamos a encontrar, no siempre con visiones positivas, más bien al contrario desde La guerra de los mundos (1898) de H.G.Wells. Casualmente La guerra de los mundos también nos da una visión de lo que de Marte podíamos esperar. No obstante, en el mundo de la extinta Unión Soviética, la visión que se tenía de Marte viene dada por otras novelas. Recordar la fantástica Estrella roja (1908) de Alexánder Bogdánov, también editada por Nevsky Prospects, que, en este caso, es un referente más cercano para explicar esta Aelita (1922) de Alexéi Tolstói (1833-1945). Pero antes de adentrarnos en estas disquisiciones, pensemos un momento, desde nuestra perspectiva de lectores españoles, en algunos referentes previos, porque, pese a que la novela de Tolstói es muy anterior, a nosotros nos ha llegado mucho después cuando otras obras posteriores eran más que conocidas. A mi mente llegan la fantástica narración de Ray Bradbury, hoy en día un clásico, Crónicas marcianas (1950) o la humorística Marciano vete a casa (1955) de Frederic Brown o la más cercana trilogía de Kim Stanley Robinson, Marte rojo (1992), Marte verde (1993), Marte azul (1996) que abarca la vida humana en Marte durante un período de 35 años y que fue elogiada por Arthur C. Clarke como la mejor novela de la colonización de Marte. Seguramente el lector encontrará muchísimos más referentes con los que completar esta improvisada lista. Por eso es mejor leer la novela de Tolstói como un clásico que nos ha llegado tarde.


Hablábamos de la obra de Alexánder Bogdánov porque es anterior a la de Alexéi Tolstói y debo remarcar un par de aspectos en común: uno muy claro que es que habla de un viaje a Marte. Y otro más de profundidad, pues contiene una carga político-ideológica revolucionaria muy acorde con los sucesos que acompañaron a la creación y los primeros años de la Unión Soviética. Estos aspectos son también remarcables, quizá de una forma un tanto menos diseñada o esquematizada, en Aelita.


¿Cuál es el argumento de Aelita? Básicamente es la historia de un ingeniero que sueña con viajar a Marte para lo cual recluta a un antiguo soldado recién licenciado. En Marte encontrará un mundo que le abrirá los ojos sobre lo que dejó en la Tierra pero que, al mismo tiempo, le permitirá abrir su corazón maltrecho al amor de una marciana. Porque Aelita, bajo esa capa de ciencia ficción y de revolución, es básicamente una historia de amor. Una historia de amor que redime al protagonista, Loss, tras la muerte de su mujer, en un proceso similar al que sufre Martin Eden, héroe de la obra de Jack London, respecto de Ruth.


La novela de Tolstói tiene muchos paralelismos con obras como la de London, en cuanto a la expresión de ese proceso revolucionario que también existe en Estrella roja. Igualmente con respecto a esa inocencia que existe en la narración de la historia, a veces un poco primitiva, otras quizá un poco naif. Por otro lado, el relato nos sorprende inicialmente con toda una jerga hard o científica, como en Estrella roja, que llega a hacer a ratos demasiado lenta la narración.


Pasado un primer tercio de la novela, la sensación de encontrarnos con un texto de ciencia ficción excesivamente duro desaparece para dar paso a un texto más alegórico-legendario en donde el autor a través de la narración de Aelita y de las reflexiones de Loss, el ingeniero, y de Gúsev, el soldado, nos adentramos en la cultura marciana. Una narración a veces demasiado lenta y no siempre bien llevada, que da paso al tercio más significativo e interesante de la novela en donde se encuentra la historia de amor y el desenlace revolucionario. Destacar el final en el que, con maestría, el autor se reserva información para dejarla caer como una bomba de aviación en el momento justo. Buena conclusión, bien llevada y ciertamente sorpresiva.


Prepárese el lector que desee enfrentarse al texto de Tolstói para leer un clásico como los de Verne, H.G.Wells o, incluso, Rider Haggard

martes, 3 de agosto de 2010

CUADERNO DE NOTAS DE ANTÓN CHÉJOV


Cuaderno de notas
Antón Chéjov
Traducción de Leopoldo Brizuela
Ed. Páginas de Espuma-La Compañía, 2010
187 pp
9,90 euros



¿Qué escritor no desearía conseguir el éxito leyendo un sencillo manuscrito? Encontrar las dosis justas que necesite cada una de las narraciones. Saber de qué modo se cuecen las obras maestras, el modo de operar del cerebro de los grandes genios, la forma de trabajar, los detalles a incluir, el material a desechar… Este conjunto de cosas son las que uno puede encontrar, nada más y nada menos, en este pequeño Cuaderno de notas de Anton Chéjov. Un pequeño libro que en poco más de ciento ochenta páginas da cuenta de algunas de las genialidades de este maestro del cuento y excelente autor teatral.


Unas veces nos encontramos con escenas a medio hacer, en otras ocasiones son variaciones sobre el mismo tema, juegos sobre las posibilidades que puede tener una escena teatral o un fragmento de cuento. Uno se apercibe de la minuciosidad de orfebre con la que Chéjov trabajaba. Lo anotaba todo: precios, rasgos de los rostros, fragmentos de una esquina, detalles de un callejón, de una luz o de una casa. Todo se encuentra ahí. Y si uno sabe leer bien, entre líneas se apercibe de que para este autor la ocurrencia no debía constituir lo único. Había grandes dosis de trabajo, de dudas, de variaciones, de documentación y muchísimos detalles.


Otras de las cosas que a uno se le quedan grabadas al leerlas son esas frases lapidarias, esos golpes de humor, o de genialidad, de reflexión y de lucidez.


Algunas muestras de lucidez:


“… la igualdad de los hombres jamás será posible. La desigualdad debe considerarse, por tanto, como una ley inmodificable de la naturaleza. Pero nosotros somos capaces de volver inocua esta desigualdad (…) A este respecto, la educación y la cultura harán grandes conquistas.” (p.22)


“Lo nacional no tiene nada que ver con lo científico” (p. 67)


“El hombre no abre los ojos hasta que no es infeliz” (p.160)

Otras tantas de humor:


“Envidia tanto que bizquea” (p.24)


“No tener caballo se dice aquí poner a cuatro patas a la paisana” (p.29)


“Son formidables los alemanes, hablan del precio de la lana… mientras que nosotros, los rusos, nos enzarzamos a discutir sobre la liberación de la mujer (…)”( p. 38)

Y la sátira con crítica:


“Los curas y los actores tienen muchas cosas en común”(p.45)

Y consejos:


“La buena educación no consiste en no manchar el mantel con salsa, sino en aparentar que uno no ha visto nada cuando otro hace algo así”(p. 57)

Quizá lo único criticable es lo deslavazado del texto. La falta de unión entre unos fragmentos y otros, como seguramente corresponde a un cuaderno. Pero este pequeño libro es una de aquellas joyitas para leer con calma, para aprender, para llenarse de sabiduría… Un libro imprescindible para cualquier escritor y para los interesados en la obra del maestro ruso. Un libro al que acudirán muchos autores cuando no encuentren frases lapidarias con las que adornar su discurso. Ya saben, Cuaderno de notas de Anton Chéjov.