martes, 26 de enero de 2010

SHAKESPEARE DE BILL BRYSON




Shakespeare
Bill Bryson
RBA Editores, 2009
187 pp
16 euros

Poco se sabe de la vida de Shakespeare, poco o casi nada. A partir de este postulado, Bill Bryson se propone hacernos llegar algo más sobre este autor cuya fama ha ido creciendo a lo largo del tiempo. Y para hablarnos de Shakespeare a Bill Bryson no le queda otro remedio que hablar de la época, de sus contemporáneos e, incluso, de qué manera nos ha llegado lo que sabemos de él. También tiene tiempo de explicarnos todas y cada una de las teorías que a lo largo del tiempo han pretendido desacreditar al autor inglés y a su obra, unas veces poniendo en duda la autoría y otras poniendo en duda incluso la propia existencia del dramaturgo.

Todo empieza porque en la época de Shakespeare las obras teatrales básicamente se recitaban con lo que muchas veces se trascribían de memoria, de ahí que de un mismo texto puedan encontrarse más de una versión, y muchas de ellas difieren entre sí no sólo en el contenido sino también en su longitud.

A estas alturas los eruditos de Shakesperare se han vuelto locos pues a lo largo del tiempo incluso se ha llegado a la conclusión de que la imagen que nos ha llegado de él tampoco es fidedigna. Y poco más sabemos de su entorno, de su vida, etc...

Y no es que Bill Bryson no haya buscado y entrevistado. Ha tratado de hacer una obra amena. No el típico estudio excesivamente erudito. Quizá hay momentos que nos veamos metidos en una investigación que jamás hubiera pensado Robert Langdon. En otras ocasiones la forma de explicar se asemeja más a uno de estos manuales de millonarios norteamericanos donde tratan su vida y cómo hicieron fortuna. Lo cierto es que Shakespeare es recomendable para todo aquel interesado en conocer más del autor británico y para conocer la época (a pesar de algún que otro error inducido por la procedencia anglosajona del autor, como mencionar de pasada la derrota de La Armada Invencible sin aludir a la climatología más que como causa última).

En fin, como en otras tantas cosas, ellos fueron amos del mundo y ellos lo explican a su manera. Probablemente sea uno de los errores más graves, no buscar una perspectiva más universal y menos anglosajona.

miércoles, 20 de enero de 2010

DOCTORES DEL INFIERNO DE VIVIEN SPITZ


Doctores del Infierno
Vivien Spitz
Ed.Tempus, 2009
349 pp
25 euros.

Doctores del Infierno es un libro planteado sobre dos pilares.Primero, la vida de Vivien Spitz, la autora, desde que es contratada como taquígrafa para asistir a los juicios de Nuremberg. La segunda, el contenido de los juicios médicos que es el hilo argumental del libro y el que tiene mayor interés.

El planteamiento del libro, a modo de memorias, huye en todo momento de lo siniestro, de la carnaza y de lo morboso para intentar explicar un período histórico con la mayor verosimilitud. Desde ese punto de vista es eficaz y consigue el propósito deseado. El lector llega a conocer qué experimentos hicieron los nazis en los campos de concentración y también qué resultados dieron. Es decir, qué ocurrió con los sujetos con los que se experimentó. Al basarse en pruebas judiciales y entrevistas, algunas de ellas de gran emotividad, se salvaguarda la posibilidad de ir más allá de lo puramente vivido. El libro de Vivien Spitz es pues un libro de testimonios.

La parte central es la más interesante y la que más provocará sentimientos encontrados en el lector (asco por lo descrito y deseos de conocer). Abarca todas las modalidades de experimentos realizados por los nazis con personas sanas, sus propósitos, sus resultados, los instigadores y los que los llevaron a cabo, los que los sufrieron y sus experiencias de supervivencia.

La parte final del libro habla de la vida posterior de la autora y la influencia que tuvieron dos hechos: su participación en los juicios y el posterior descubrimiento del negacionismo del Holocausto. Si bien el libro no trata estrictamente del Holocausto, en la medida en que se habla de víctimas de los campos de exterminio, también se habla de los judíos asesinados.

Es un libro valiente ahora que algunos niegan lo que ocurrió. Da la impresión de que conforme el hombre avanza en su desarrollo también lo hace en su estupidez abandonando todo lo que ha propiciado nuestro desarrollo -ciencias y humanidades- para adentrarse en el oscurantismo negacionista o creacionista. Así pues, un libro siempre oportuno para recordar vívidamente lo acaecido cuando todavía hay riesgo de otras masacres en otros tantos lugares del mundo.

sábado, 9 de enero de 2010

ENTREVISTA A FERNANDO CLEMOT




Hablamos con Fernando Clemot, recién galardonado con el premio Setenil por su obra anterior, Estancos de Chiado. Parece que 2009 ha sido un buen año para Vd, ¿No?

A nivel literario posiblemente he ganado en visibilidad en este 2009, seguramente el Setenil al ser un premio de prestigio y contar en la final con libros y autores muy conocidos tiene parte de culpa de ello. También la publicación en septiembre (casi solapada con la concesión del Setenil) de “El golfo de los poetas” con Barataria ha hecho que haya tenido un buen fin de año en lo literario. Fue una bonita coincidencia.


-“El golfo de los Poetas” es una novela que desasosiega profundamente, una novela que no es fácil de leer debido a que bucea en la frustración, en la autodestrucción de una persona. Debió de removerle por dentro pensar en un personaje como Leo Carver, ¿cómo nació dicho personaje?

Al principio plateé un escenario básico que eran las vacaciones como fuente inagotable de conflictos entre familias. Posiblemente la aparición de un personaje difícil y con muchas aristas como el de Carver vino a ahondar en esta herida abierta. A esta personalidad conflictiva quería unir la visión de un perdedor, una visión desengañada, creo que fue Fellini el que a la hora de escoger actores para su “Satirycón” contrató a un camarero sin experiencia (Mario Romagnoli) simplemente porque su mirada reflejaba cansancio, una mirada, comentó, a la que ningún exceso o acontecimiento pueda sorprender. Un poco en la búsqueda de Leo quería encontrar lo mismo: hastío, exceso y desengaño, una mirada de reptil, escéptica, que no transmita nada, seca de emociones y de expectativas.


-La novela toma la forma de diario en el que abundan los monólogos interiores. Básicamente sólo habla Leo Carver. ¿Se planteó en algún momento otra forma de narrar o pensó desde un principio que el diario sería lo más adecuado?


Desde el principio pensé en que el protagonista llevara el peso casi absoluto de la narración. En la novela Leo es dios, una pequeña divinidad perversa y distraída. Él nos enseña lo que quiere y opina lo que le viene en gana, sin restricciones ni tabúes. Desde ese punto de vista unívoco se puede crear también una visión de la novela sectaria, una visión que nos puede llevar a engaños y deparar sorpresas, pero que también nos puede llevar muy hondo, a revolver las entrañas del personaje. Creo que esos dos factores me impulsaron a imponer ese tipo de narración.


-Siguiendo con la figura de Leo, ¿quería que nos compadeciéramos de él ya que Vd como narrador no lo hace?


No creo que la figura de Carver sea muy digna de compasión, también tengo muchas dudas sobre que él quiera o busque ese tipo de enmadramiento. En su caída Carver mantiene el tipo, cierta dignidad en su carrera de excesos. No suplica comprensión entre los que le rodean, en su espiral autodestructiva creo que únicamente desea que lo dejen en paz, que le dejen herirse sin que nadie le corrija o le lea la cartilla.

-Hubiera sido interesante leer alguno de los textos de los que el mismo Leo Carver parece renegar. ¿Había algún propósito de homenajear a algún otro famoso Carver?

Llegué a pensar en incluir algún texto de Carver pero creo que no hubiera aportado nada a la narración, incluso podía haber distraído al lector. También pensé que el Carver actual no tenía nada que ver con el novelista triunfador de sus inicios. El protagonista es un perdedor en su sentido más absoluto, un tipo que ha saboreado las mieles del triunfo y ha visto que no sabían a nada. No hay derrota más amarga que saber que la victoria no vale para nada, que está hueca, que es de cartón piedra.

En cuanto al nombre de Carver no guarda relación con Raymond Carver, autor que me gusta pero que tampoco es de mis favoritos. Me gustó el apellido, quería que el personaje no tuviera ningún anclaje geográfico claro y el nombre de Leo Carver se avenía bien a esta premisa.

-No sé si ese lado oscuro en el que naufraga Leo Carver tiene algo que ver con todos esos escritores malditos que vivieron en el filo de la navaja: Bukowski,Jack London, etc. El mismo London éscribió un libro sobre su alcoholemia. ¿Tomó datos de algún personaje real como modelo?

No me he basado tanto en escritores como en personajes o vivencias que me han rodeado. Todos hemos conocido personas de nuestro entorno que fracasaron o se autodestruyeron con el alcohol, con las drogas o con cualquier quimera estúpida. En cualquier bar o en la calle podríamos encontrar experiencias semejantes a las del personaje central de “El golfo de los Poetas”. En este caso creo que el personaje es un collage de vidas y experiencias cercanas, un ente creado con retales vividos, sentidos o intuidos, pero siempre próximos, de ninguna forma recreados a partir de mitos o del malditismo literario.


-La novela da en la última parte un giro inesperado que en el fondo es muy coherente con el desarrollo de la historia. No vamos a descubrir el contenido aquí pues vale la pena leer toda la novela, sin embargo ¿pensó muchos finales alternativos o siempre tuvo claro este final?

Barajé otro final que también me gustaba y que tenía que ver con el mendigo que vive en el cuartucho de máquinas de la piscina. Es un personaje que está mucho más próximo de lo que podía parecer a Leo, con el que se identifica y hasta, en cierta manera, admira.

-¿Comparte algo con Leo Carver, de su visión de la vida o de la literatura?

Quizá una cierta visión agonística de la literatura. Soy de los que no disfruta escribiendo y creo que Leo sólo disfrutó de la literatura en un breve momento. Para mí escribir es remover y no siempre lo que se encuentra es agradable y en eso creo que sí me puedo parecer a él. También encuentro a Leo próximo a mí como un antimodelo posible al que nunca nos querríamos acercar, aunque también me atraiga su forma lúcida y valiente de mirar al abismo. Creo que no es tan difícil estar cerca del abismo como hacerlo de forma consciente. Hemos sido legión los que hemos estado seguramente cerca del filo pero pocos de forma consciente. Jugábamos pero Leo no juega ni experimenta con nada y creo que ese matiz redobla la aspereza del personaje. Sabe a qué está jugando y en este aspecto el personaje es un valiente.

-Vd es un autor que antes de lanzarse al mundo editorial se ha ido curtiendo en el mundo literario a través de los concursos ¿lo recomienda?

Probablemente los concursos literarios de cuento son uno de los campos más “democráticos” para abordar el mundo editorial. Si habláramos de los concursos de novela sería otro cantar aunque también hay concursos corrompidos en el relato breve. Como toma de experiencia y para calibrar la recepción de lo que escribes ante un lector que no te conoce es una buena prueba. Si funciona la experiencia también es importante saber retirarse a tiempo ya que estos concursos generan una dinámica, una forma de escribir llamémosle “concursera” que en muchos casos puede hacer que no evoluciones.

-Hay una pregunta que no me resisto a hacerle ¿No le parece extraño que una novela tan bien escrita, y que no abunda, como la suya haya tenido que dar tantas vueltas para ser publicada?

No me sorprende casi nada. La literatura hace tiempo que se mueve, en su mayor parte, por criterios estrictamente mercantiles, sólo hay que ver algunos anaqueles de grandes superficies… Es muy difícil publicar si no vienes avalado por una trayectoria de publicaciones anterior o por alguna resonancia mediática. Si no has publicado antes no publicas pero cuesta publicar la primera novela. Es un pez que se muerde la cola, cuesta salir de este círculo vicioso y entrar en la rueda. En muchos casos esta barrera nos priva de leer primeras novelas interesantísimas que se quedan guardadas, muertas de risa. En este aspecto me considero un afortunado al encontrar una editorial que se ha leído la novela sin prevenciones.

-Y ahora, ¿en qué está trabajando?

Tengo una novela acabada y una tercera en ciernes. Quería acabar una trilogía que indagara sobre la memoria y sus límites, sobre el extraño mecanismo de recepción de recuerdos, en muchos casos se diría que aleatorio. Es un tema que me interesa y por ahora me tiene muy entretenido.

Muchas gracias, Fernando Clemot, por su atención y mucha suerte en este largo camino literario.

miércoles, 6 de enero de 2010

FLASHFORWARD DE ROBERT J. SAWYER


Flashforward
Robert J. Sawyer
La Factoría de Ideas, 2009 (segunda edición, la primera es del año 2001)
317 pp
19,95 euros


No cabe duda de que Flashforward es una de las series de televisión que se están emitiendo con éxito en España. Sin embargo, la presente novela, que es la que da paso al guión en el que se basa la serie, fue editada con anterioridad hace ya unos años, en el 2001.

El libro plantea la posibilidad de que pudiéramos ver dos minutos de nuestro futuro. A los lectores no muy al día de los autores de ciencia ficción actuales el autor de la novela, el canadiense Robert J. Sawyer, no les sonará. Pero aquí en España ya hace unos cuantos años que es conocido dentro del género, no en vano en el año 1996 fue galardonado con la mención del Premio UPC de Ciencia ficción por su novela Helix. Y, con posterioridad, en los años 1997 y 1998 ganó el premio con las novelas Psychospace y Block Univers. Galardón que repitió con posterioridad en el 2004 con Identity Theft.

En fin, en el año 2001, cuando escribió Flashforward, Robert J. Sawyer llevaba una carrera a sus espaldas. Y eso se nota porque el autor se mueve con facilidad en tramas que no dejan ningún cabo suelto. Engarza punto por punto para que el principio, el desarrollo y el final se ajusten a las mil maravillas.

Si bien el planteamiento nos habla de principios que son bien conocidos en la ciencia ficción, los viajes al futuro, Sawyer añade un elemento nuevo: el desplazamiento temporal de la consciencia. A partir de aquí la novela recoge todo un aparato científico que no siempre es fácil de seguir ni de entender para el profano, pero, afortunadamente, la forma dialogada ayuda a que la trama se desarrolle con rapidez al principio, y, sobretodo, en el desenlace. Pero no adelantemos acontecimientos.

La presente obra no es exactamente lo que es la serie. Es cierto que hay puntos en común: el desplazamiento temporal, incluso el nombre de uno de los científicos- Lloyd Simcoe-, también la causa más probable -un experimento con el acelerador de partículas- pero poco más. En la novela el desplazamiento temporal es hacia un futuro lejano -21 años después-, la acción se desarrolla básicamente en Europa y no aparece ni FBI ni CIA.

Es más ciencia ficción y menos intriga policial, tiene menos de thriller. Pero eso no quiere decir que no sea interesante. A decir verdad lo es bastante más para los amantes de la ciencia ficción en sentido estricto y paro de contar porque decir algo más es entrar excesivamente en la trama.

Como nota negativa añadiría que la parte central de la novela decae un tanto, quizá debido a una excesiva dedicación del autor para que todas las historias confluyan hasta en los más mínimos detalles. Afortunadamente el lector voraz apenas lo notará.

viernes, 1 de enero de 2010

DE MECÁNICA Y ALQUIMIA DE JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL


De mecánica y alquimia
Juan Jacinto Muñoz Rengel
Salto de Página, 2009.
160 pp
15,95 euros


Juan Jacinto Muñoz Rengel (1974) ha escrito un extraño libro.Uno de aquellos libros que por su originalidad no sabe uno dónde colocar. A veces da la impresión de estar leyendo un cuento de S. Zweig, o quizá algo de Lovecraft, de Poe, Bradbury o de algún otro maestro del misterio, de la fantasía o de la imaginación.

Muñoz Rengel se mueve con facilidad en mundos legendarios, ya sean pasados o futuros, y nos sitúa tan pronto en la España de las tres culturas -cristiana-musulmana-judía-, o da un salto a la Praga medieval, al Londres victoriano, etc...

Con un cierto tono arcaizante a la hora de narrar y usando un mecanismo de entrelazado de las historias, Muñoz Rengel parece continuar con sus relatos algo de lo que ya hizo en su anterior proyecto, Perturbaciones, libro publicado también en Salto de Página.

En sus historias uno encuentra guiños constantes a otros libros. Y ése es uno de sus méritos, que se trata de un libro que abre las puertas a otros, acostumbrados como estamos a ver títulos que triunfan y se convierten en best sellers pero que cierran puertas, que no permiten la interrelación con otras obras. Que son un callejón sin salida. Muñoz Rengel bucea entre los clásicos para encontrar historias, para recrearlas o simprelemente para citarlas. Crea un cameo constante dentro del libro. Da la impresión de encontrar al bombero Montag en la Brigada Diógenes. Explota la paradoja. A veces nos introduce en situaciones que desasosiegan. Otras, la fantasía se desborda y parece no tener control.

Al final y a modo de última prueba nos encontramos con un texto escrito con caracteres inversos al que todo lector tendrá que descubrir su significado para terminar de situar algunas piezas en este tablero que diseña Muñoz Rengel.

Destacar algunos de los relatos. En El libro de los instrumentos incendiarios nos sumergimos en la Toledo medieval a modo de Holmes, o quizá recordando el oficio detectivesco de El nombre de la rosa, para encontrar un extraño instrumento que se asemeja a un astrolabio.

En El relojero de Praga descubrimos el extraño mecanismo de un reloj, cuyo misterio no puede desvelarse.

En Lapis philosophorum vamos detrás de una piedra filosofal que un monje alquimista intenta encontrar en un monasterio francés de la Provenza.

En La maldición de los Zweiss descubrimos la existencia de una joya que va pasando de mano en mano con siniestro final.

Y así uno y otro relato, ordenados con una lógica que permite entrelazarlos. No hace falta decir más. Sólo leer este interesante De mecánica y alquimia de Juan Jacinto Muñoz Rengel.